domingo, 18 de agosto de 2013
EYIAS
Era muy pequeño, y no entendía las letras de algunas canciones, aunque me gustaban.
Las voces de esas jóvenes salín desde las radios, y recuerdo a los que bajaban el volumen para después volver a subirlo.
En casa, mamá se hacía cargo de todo. No le daban las manos, tantos brazos como un pulpo para atender a todos. Era mi modelo de mujer y la consideraba valiente.
Consideraba a Papá muy distante. El siempre se arrogaba el rol del gran trabajador. El proveedor que no fallaba.
En el último cajón del aparador apareció un libro que una viejita la pasó a mi madre. “Sexualidad adolescente”, se leía en la portada. Yo lo abría –al cajón- y lo cerraba rápidamente. M hermano y yo entrábamos a esa edad llena de dudas. El libro entró a casa para ser leídos jamás.
Una vez en al parque vi a dos señoras grandes dándose la mano en un banco de madera. Eran tiempos difíciles del país, y los patrulleros pasaban todo el tiempo por la misma vereda de esa plaza.
Tengo en la memoria cuatro o cinco mujeres que hablaban de política públicamente. Salvo esa mujer presidenta de carambola, las demás aparecían fugazmente detrás de anteojos grandes y gruesos. Y sobretodos cruzados.
La política era cosa de hombres. La palabra Perón se pronunciaba apenas. Los delegados de fábrica habían pasado al olvido. Me extrañaba el término “compañero”, al que identificaba solo con el peronismo.
Llegó la democracia pero no la claridad. En los afiches callejeros, dos cantantes insinuaban un chick to chik, sugiriendo a quien quisiera entenderlo. `
De pronto un día, mi madre dejó de ser tan especial para mí. Mucho menos valiente y heroína de nada.
De tanto practicar eso de elegir candidatos y gobernantes, la libertad pareció hacerse carne en nosotros. Pero no fue mérito de los elegidos por nosotros. El mérito fue exclusivamente nuestro.
Y de a poco, los brotes fueron floreciendo. Mucho invierno secó a las ramas y los tallos. Muchos fueron a la basura pero los que quedaron, pudieron aguantar. El sol salió, como siempre, y las flores reventaron de belleza y extroversión de tanto haber aguantado.
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