domingo, 18 de agosto de 2013

1955

Tengo ochenta años, y por la autoridad que me da el tiempo y lo vivido se me antoja decir y hacer lo que quiero. Para empezar, voy a patear el tablero esta misma tarde en la facultad. Los jóvenes van a ir a escucharme, porque saben de antemano lo que voy a decirles: lo mismo de siempre. Pero no. Se me antojó las pelotas que voy a dejar esa corrección controlada que me acompañó tanto y con tan buenos resultados. Aplausos, que estoy llegando. Pobres pibes, no saben ni la cuarta parte de la historia. ¿Quién dijo que la violencia acabó? Saco un machete y leo en voz alta. Sí, es cierto, hay grupos reclutadores de narcos, ya no podes dormir en una plaza. Pero hay que remontarse a los principios. Les digo: miren su reloj, imaginen que las agujas del reloj giran en sentido contrario. La contra de siempre, el neoliberalismo y su violencia inspirada en la exclusión, la mentira. Más atrás, un gobierno quizás flojo para tanta raigambre violenta. Cuando lleguen a las y cuarto, ubíquense en el período ese macabro de siete años. Es intolerable, pero deben imaginarlo. Más y más atrás, enfrentamientos, gobernantes que no estuvieron a nuestra altura. Ellos y nosotros. Ellos o nosotros. ¿A ustedes quien les dijo que la cosa empezó en los ´70? El rector mira con fea cara, mientras levanto el tono de voz. La violencia comenzó cuando uniformados, muchos identificados con ésta universidad, apretaron pulsadores y palancas para bombardear una plaza llena de inocentes. Buenas noches.

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