martes, 27 de mayo de 2014

AMOR 2

El tipo estaba tranquilo, viendo transcurrir su vida. Salía a bailar los sábados, veía fútbol los domingos. El trabajo funcionaba más o menos bien, podía comprarse ropa y planear vacaciones. Durante el verano pasado se fue a Brasil y la pasó bárbaro. Como estaba tan lindo el ambiente, decidió llamar para pedir unos días más y se quedó en la playa. Mujeres, tragos, y esas cosas. Un día volvió, era viernes, y se imponía seguir con la joda. La cita con amigos fue en Nazca y Rivadavia, a dos cuadras del boliche. Esa noche no tomó una gota de alcohol. Una chica le sonrió como si lo conociera, no podía echarse atrás, venía con toda la inercia del ganador. Charlaron, bailaron hasta las cuatro, se dieron un beso y cada uno fue a su casa. Los días pasaron y sonó un teléfono. Salida, confitería, abrazos y besos. Los encuentros duraron dos semanas y después, una pequeña distancia. Nuestro protagonista se emperró. La mujer esa se le había metido en la cabeza, pero no estaba enamorado. Ella sí, pero no lo demostraba, no tenía que demostrarlo, porque percibía que a él no le pasaba lo mismo. El martirio duró un año. Al tipo se le metió tanto en la cabeza, se dio tanta manija que terminó enamorado, loco, enfermo, feliz e infeliz a veces. Siempre el mismo argumento, que el amor es a primera vista y qué se yo. Mentiras. Si un tipo se obsesiona terminará enamorado a la fuerza. No habrá quien lo saque de ese estado. Después, el tiempo dirá cuanto le dura.

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