lunes, 22 de diciembre de 2014

HISTORIA

Abro el oloroso libro de historia comprado en un local de segunda mano y el jinete glorioso se me viene encima. Miro a la maestra y al cuadro que cuelga detrás de ella, una y otra vez, todos los días de clases de ese año y me formo una opinión sobre el gran maestro. Vengo de pasear por la costanera en el auto de mi padre, y al circundar la estatua de la gran avenida observo por la luneta. No sea cosa que se nos venga encima con todo ese bronce. Los héroes nacionales no se enfermaban. A lo sumo, morían de viejos, olvidados, o con algún faconazo en el estómago. ¡Qué atrevida esa señora escritora! Ponerse un pantalón y fumar en el medio de un bar de Buenos Aires en los años veinte. Ese otro héroe de la patria más reciente lleva un apellido simple y hasta simplón, pero no lo puede pronunciar. Si el malherido de aquella batalla inolvidable dijo lo que dijo. ¿Quien estaba allí para grabarlo si no había televisión? Vuelvo al colegio al año siguiente y me toca la sala de al lado. Ahora es un maestro el que tengo enfrente. Detrás de su alta figura, un cuadro pintado a mano del creador de la bandera al que observo unas ochocientas o novecientas veces hasta diciembre. Señorita: ¿Para ser presidente hay que recibirse de teniente general? Un tipo en camiseta y pantalón corto cruza el campo de juego con la pelota atada a su pie dejando en el camino a no sé cuántos enemigos. El relator de la radio lo pone entre los prohombres de la patria. Los tiempos cambian. Tarde pero seguro me intereso por el prócer de mirada adusto y descubro que era mujeriego, mundano, malhablado, discriminador y visionario. Finalizan los años ´70 y se conmemora la “Campaña al Desierto”. Hasta hoy nadie se pone de acuerdo si el barbudo a caballo le hizo un bien o el mal al país. El caballo sigue allá arriba y su jinete señala el transito. Los chicos preguntan por él y sus padres no saben si es Urquiza o Dorrego. Desde una ventanilla de un avió que despega cercano, la diminuta figura de la estatua es distinguida por un pasajero. Es hombre es del interior y maestro. Y balbucea el nombre del héroe con exactitud.

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