lunes, 2 de diciembre de 2013
DE VUELTA ADENTRO
Corro y me agarran, y en la huída se caen tres kilos de asado de mis manos. Me cansé de pedir, y por eso no le di bola a Papá cuando me decía que no robara, que pidiera. Las manos contra la pared ahora y a pasar la noche en la comisaría. Amanece y me llevan al juzgado y desde ahí, sin más palabras, un camión de chapa se pone a rodar por la ruta conmigo a bordo. Hace calor y tengo hambre, el mismo hambre que me puso en ésta situación. Se oye el freno y las llaves que giran, me bajan sin esposarme y me conducen por un edificio largo como la incertidumbre. Me piden los datos, me sacan algo que guardaba entre las medias. Yo no quería llegar a esto, pero me cansé de pedir. Mi compañero de celda me da la bienvenida y paso la noche sin dormir. Al otro día en el comedor, convivo con asesinos de suegras, extraditados, traficantes. Todos miran al nuevito con cara de asco, todos los días, mientras pasan las semanas. Otro recluso que está dos celdas de la mía me sugiere una mudanza al pabellón de los evangelistas y acepto inmediatamente. Rezo todas las noches, leo el libro con tapa negra, me arrodillo para preguntarme por qué. Llegan mis viejos los días de visita, también y entre semana mi abogado. Nada, los papeles están clavados en algún juzgado sin moverse y se va un año entero. Me acostumbro a la cómoda rutina de trabajar y rezar, me porto bien. Un día, el sonido de las llaves girando me saca del sopor y otra vez a caminar los pasillos. El jefe me explica que es injusto, pero que habían errado en tribunales, me agradecía por mi buen comportamiento. Salgo a la avenida desolada donde unas mujeres acarrean bolsas de mercado y angustia. “Venite para la Iglesia”, me dijeron antes de salir y ahí voy. Hay Biblias, bancos donde rezar, abrazos y palmadas, dos veces por semana. Pero el estómago hace ruido y ya no quiero volver a ver la cara a los viejos y otra vez, pasan los días y las negativas. No quiero pedir, y por eso decido cambiar de mercancía. El “negocio” sale bien por un tiempo y ahora estoy de nuevo, corriendo contra el tiempo y los metros. Me persiguen con más furia que antes y me alcanzan más pronto. Y la historia vuelve a comenzar.
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