viernes, 21 de agosto de 2015

LE INDICO COMO LLEGAR

Hay que caminar dos cuadras por al avenida y doblar por la calle empedrada, la que tiene viejas vías de acero. De ahí, hágase una cuadra y media, no me acurdo la dirección, y cuando encuentre una vieja puerta de madera y sobre ella, labrada en el cemento la inscripción 1910, entre sin llamar y recorra el pasillo. Para no paracer muy maleducado, haga palmas a ver si alguien lo escucha. Si ve salir a alguna ama de casa de las cocinitas y le dice que pase, camine derecho bordeando la pared y las plantas hasta que se choque con una parecita que corresponde a la de una de esas cocinitas que le decía. Va a toparse con un patio sobrenivel cubierto con una enorme parra y al fondo, un bañito con una canilla afuera, sobre el piletón. Cuidado con las baldosas, hay algunas flojas. Va a ver sobre su izquierda otras tres piecitas cerradas con candado de las cuales conozco sólo una. Mire con cuidado al caminar, ya que podría tropezarse con alguno de los chicos del vecindario que juegan apoyados en el piso y están por todas partes. La gente en ese lugar es pacífica, no tema. Hable nomás. Le van a preguntar solamente por qué razón busca usted a quien busca, ya que no vive en ese lugar. Pero pregunte nomás que no pasa nada. Si percibe un olor fuerte a tomates, es seguro que viene de la tercera y última cocinita. Tome un banquito de los que andan sueltos y siéntese a esperar a que el alguien llegue. Generalmente, le aconsejo, llega por las tardes. Lo va a reconocer por la ropa y por su cabellera. Usa pantalones grises, camisa y un chaleco. Viene con las llaves en la mano para abrir su cuartito, multiplica las eses para hablar cuansdo saluda y tiene el pelo platinado de tan blanco. Levántese y dígale a qué fue y por qué caminó hasta quedarse sentado sin que nadie le pregunte y reclámele al canoso ese lo que le debe. Es posible que tenga éxito, después de mucho insistir o de mucho esperarlo. O más fácil aún; es posible que se vaya con lo auyo después de encontrarlo apoyado en el buzón de la esquina. No hay de qué, señor, para eso estamos los vecinos, para ayudarnos. Menos mal que me encontró a mi y no le preguntó al quiosquero de los diarios. Si precisa ir a algún otro lado dentro del barrio, estoy acá. De nada, de nada, no tiene por qué. A sus órdenes.

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