martes, 26 de agosto de 2014

MEDALLITA

No importan tanto las consecuencias total, todo se olvida. Me van a putear y después, corridos por sus propios apuros e importancias terminarán comprendiéndome. Mi foto va a salir reproducida en los diarios de la zona y hasta en la Capital. Los micrófonos van a perseguir a mi familia hasta que los números del rating digan basta. Con el tiempo voy a volver al pueblo y las familias, hartas de que el gobierno, los intendentes y los bancos los caguen, van a recibirme con alguna simpatía. Las señoras y el cura oficiarán una misa pidiendo a todos para que me perdonen. Perdonar es humano, dicen. Mi mujer va a ser mi ex mujer y me juntaré con otra, quien sabe. Mi retrato será parte del museo donde los visitantes del futuro van a interpretarme como a un bandido de esos que son vistos como románticos. Pasé 20 años detrás de la caja contando guita ajena y otros dos pegadito al tesoro. Fue demasiado. La ganga estaba servida y la clave, al alcance de mis manos. Sería cuestión de tiempo y después, a buscar justificaciones para el raje. La medallita al buen servicio que alguna vez me dio la casa central y los saludos del gerente regional me las paso por las pelotas.

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